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Augusto Bazán Pérez
Fundación Wiese | Complejo Arqueológico El Brujo
Director de Investigaciones
Las primeras evidencias de ocupación humana en el valle de Chicama se remontan a hace 14,000 años. Estas tempranas ocupaciones se desarrollaron en un periodo que los arqueólogos denominan como “Periodo Lítico” (15,000-7600 a.C.) (Kaulicke 1994; Lumbreras 1969), caracterizado por grupos sociales que recolectaban especies de la naturaleza y cazaban animales silvestres para poder sobrevivir, y ubicado entre el poblamiento del continente hasta el inicio de la domesticación de plantas y animales. Los seres humanos vivían en cuevas o en campamentos, de manera nómade, sin lugar fijo de residencia, precisamente cazando y recolectando aquello que la naturaleza les procuraba. Sin conocer aun la alfarería ni la metalurgia ni la agricultura, sus herramientas en su gran mayoría estaban hechas de madera, hueso y piedra, usadas para cortar, incidir y chancar; la preservación hasta nuestros días del material inorgánico (la piedra) es la razón del nombre del periodo. La naturaleza de ese tiempo era muy distinta a la que conocemos hoy en día.
Las evidencias más antiguas de ocupación humana en los Andes Centrales se ubican en el valle de Chicama, específicamente en la Huaca Prieta, ubicada al sur del Complejo Arqueológico El Brujo. Miles de años antes de la construcción del montículo ceniciento que Junius Bird investigara en la década de 1940, los primeros seres humanos ocuparon dicho espacio para hacer campamentos estacionales que les permitiera recolectar y cazar alimento proveniente de ecosistemas extintos hoy en día, entre los 14,000 y 10,000 antes de nuestros días (Dillehay 2017; Dillehay, Bonavia, S. Goodbred, et al. 2012; Dillehay, Bonavia, S. L. Goodbred, et al. 2012).
Figura 1. Vista esquemática de las ocupaciones del periodo Lítico en el extremo sur del Complejo Arqueológico El Brujo (Dillehay et al. 2017: fig. S2). El gráfico muestra que se hicieron excavaciones por debajo de los actuales montículos de Huaca Prieta, Cupisnique y Paredones, identificándose ocupaciones humanas que datan de hace más de 10,000 años. “A.P.” significa “antes del presente”, es decir, antes de nuestros días.
Los primeros pobladores de El Brujo explotaron los hábitats del entorno inmediato, considerando que el mar se encontraba a muchos kilómetros de distancia, y que entre ellos y el mar existía una gran variedad de lagunas, humedales y albuferas que drenaban en el océano. Lo cazado en dichos ecosistemas era llevado a los campamentos pre-monticulares de El Brujo para su procesamiento y consumo.
Recientemente, los investigadores han identificado el consumo de 281 especímenes de fauna marina, y sólo tres especímenes propios de valle adentro, lo cual da cuenta su alta dependencia de su entorno inmediato1. Se ha reportado, a su vez, la presencia de pesas de piedra usadas en trampas hechas de juncos, una actividad que se realiza inclusive en nuestros días para cazar peces que son arrastrados a la orilla por las olas del mar. Las herramientas que usaron fueron bastante básicas: formas tempranas unifaciales; es decir que no llegaron a trabajars dos caras del mismo objeto, tal como veremos para la posterior tradición de puntas Paiján.
Hacia el término del Pleistoceno (14,000-11,500 A.P.), los niveles del mar aumentaron rápidamente debido al ascenso global de la temperatura, de manera tal que gran parte del antiguo litoral, precisamente los espacios que los primeros pobladores explotaban, fue inundada por las aguas marinas. Es decir, los sitios arqueológicos más tempranos en la costa andina probablemente están sumergidos por el nivel del mar post glacial.
El Paijanense ha sido definido como un complejo, cultura o tradición de cazadores recolectores, cuyas evidencias han sido encontradas principalmente en las pampas de Paiján, entre la margen norte del Chicama y sur del valle de Jequetepeque, zona donde desemboca la Quebrada de Cupisnique. Aunque las pampas de Paiján es la zona de mayor densidad y abundancia de evidencias de este período, la ocupación paijanense abarcó la faja costera entre Zaña e Ica (Bonavia y Chauchat 1990), y ascendió hasta las faldas de la sierra, en las quebradas secas o con ríos estacionales que bajan de la Cordillera de los Andes. La característica principal de este complejo del periodo lítico es la fabricación de puntas de proyectil pedunculadas, con una extremidad perforante muy aguda, de muchos tamaños (Briceño 2010; Chauchat 2012). La tradición paijanense duró aproximadamente entre el 12,400 al 9,000 antes del presente (10,679-7,055a. C.) (Chauchat et al. 2006; León 2007).
1. Consumieron tiburones (27.55%), leones marinos (15.85%), aves marinas (13.96%), y peces huesudos de mar (12.83%). Muy pequeñas cantidades de lapas, caracoles marinos (gasterópodos), cangrejos, fauna terrestre y plantas fueron consumidos, entre ellos de frejol (Phaseolus sp.), lo cual sugiere contactos con poblaciones de valle adentro (Dillehay et al. 2017:7).
Figura 2. Puntas de proyectil del tipo foliáceas, provenientes de las Pampas de Paiján, específicamente de la unidad 42, Pampa de los Fósiles 12. Tomado de Chauchat et al. 2006: Fig. 31.
Figura 3. Ejemplo de un núcleo (Chauchat et al. 2006: Fig. 39). A partir de estos bloques de piedra, mediante percusión, se conseguía lascas o pequeñas láminas filudas para realizar distintas tareas relativas a la caza y recolección, y el procesamiento de los alimentos que dichas actividades traían.
Figura 4. Forma general de una punta Paiján del tipo pedunculada, y sus partes (Chauchat et al. 2006: Fig. 9). Esta identificación de los componentes de los objetos es importante para el estudio del estilo y función de la cultura material de los seres humanos de este periodo, cuyas evidencias, por el tiempo y problemas de conservación, es muy escasa.
Figura 5. Ejemplos de puntas Paiján Clásico. (Maggard 2010: Figure 8.19).
Los Paiján ocuparon profusamente la extensa región pampeana, utilizando objetos principalmente de piedra, pero dicha región que actualmente es un gran paraje árido y desértico, en aquellos tiempos presentaba un contexto medio ambiental mucho más propicio que el actual.
El hecho de que la dieta de estos tempranos pobladores estuvo fuertemente basada en animales terrestres2, además de la fuerte evidencia de consumo y presencia de caracoles de tierra, sugiere que en dichos tiempos el medio era mucho menos árido que las condiciones en el presente, siendo más húmedo y lluvioso (Chauchat et al., 1992; Pelegrin and Chauchat, 1993). La presencia de un bajo pero significativo porcentaje de consumo de peces y moluscos sugiere que los Paiján también circularon por el antiguo litoral y/o que tuvieron contactos con comunidades afines a dichas áreas de explotación (Sandweiss 2003).
Los sitios Paiján (Chauchat 2012; Chauchat et al. 1998), básicamente campamentos, están actualmente ubicados a 15 km o más de la orilla actual, pero en sus tiempos de actividad, habrían estado entre 20 y 100 km lejos de la orilla, tal como sugieren los investigadores (Chauchat et al. 2006). Al igual que el caso anterior, muchos sitios de este tiempo, si no la mayoría, están hoy ocultos por el océano Pacífico, debido al aumento del nivel de agua ocurrido desde fines del Pleistoceno.
Los primeros seres humanos en la costa norte y en el Chicama fueron cazadores-recolectores con amplio dominio de las condiciones medioambientales y los recursos que tenían a su disposición de manera inmediata. El equipo básico instrumental para conseguir recursos de subsistencia se limitó a instrumentos de material orgánico perecible y piedra. Vivían en campamentos, desplazándose de un lugar a otro en busca de recursos, aunque no se descarta la posibilidad de que haya ciertos grupos más especializados en extraer productos de un ecosistema en particular. Se sospecha que había grupos que, sin dejar de ser nómades, tenían más experiencia en explotar los frutos del mar y del litoral y otros en explotar los bosques húmedos que ahora son pampas secas y áridas. Estos modos de vida tempranos, muy antiguos, son aún difíciles de entender debido a la escasa evidencia y a lo remoto del tiempo cuando ocurrieron. Estas condiciones de vida, bastante básicas y de difícil lectura, terminarían cuando los seres humanos empezaron a domesticar plantas y animales, y así depender menos de lo que la naturaleza estrictamente producía.
74% de la dieta estuvo basada en animales terrestres (mamíferos [principalmente ciervo de cola blanca y roedores], reptiles y culebras), 3% en aves y 16% en peces.
Bonavia, Duccio, y Claude Chauchat. 1990. «Presencia de Paijanense en el desierto de Ica». Bulletin de l’Institut français d’études andines 19:399-412.
Briceño, Jesús. 2010. «Las Tradiciones Líticas del Pleistoceno Tardío en la Quebrada Santa María, Costa Norte del Perú. Una Contribución al Conocimiento de las Puntas de Proyectil Paleoindias Cola de Pescado». Tesis Doctoral, Freien Universität Berlin.
Chauchat, Claude. 2012. «El sitio pajanense Ascope 12 en la Quebrada de la Camotera y el grupo de Ascope, La Libertad, Perú». Ñawpa Pacha: Journal of Andean Archaeology 32(1):1-42. doi: 10.1179/naw.2012.32.1.1.
Chauchat, Claude, César Gálvez, Jesús Briceño, y Santiago Uceda. 1998. Sitios Arqueológicos de la Zona de Cupisnique y la Margen Derecha del Valle de Chicama. Lima: Instituto Nacional de Cultura La Libertad - Instituto Francés de Estudios Andinos.
Chauchat, Claude, Elizabeth Wing, Jean-Paul Lacombe, Pierre-Yves Demars, Santiago Uceda, y Carlos Deza. 2006. Prehistoria de la costa norte del Perú: el Paijanense de Cupisnique. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos - Patronado Huacas del Valle de Moche.
Dillehay, Tom, ed. 2017. Where the Land Meets the Sea. Fourteen Millennia of Human History at Huaca Prieta, Peru. Texas University Press.
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Dillehay, Tom, Duccio Bonavia, Steven Goodbred, Mario Pino, Victor Vasquez, Teresa Rosales Tham, William Conklin, Jeff Splitstoser, Dolores Piperno, José Iriarte, Alexander Grobman, Gerson Levi-Lazzaris, Daniel Moreira, Marilaura Lopéz, Tiffiny Tung, Anne Titelbaum, John Verano, James Adovasio, Linda Scott Cummings, Phillipe Bearéz, Elise Dufour, Olivier Tombret, Michael Ramirez, Rachel Beavins, Larisa Desantis, Isabel Rey, Philip Mink, Greg Maggard, y Teresa Franco. 2012. «Chronology, mound-building and environment at Huaca Prieta, Coastal Peru, from 13 700 to 4000 years ago». Antiquity 86(331):48-70. doi: 10.1017/S0003598X00062451.
Dillehay, Tom, Steve Goodbred, Mario Pino, Víctor F. Vásquez Sánchez, Teresa Rosales Tham, James Adovasio, Michael B. Collins, Patricia J. Netherly, Christine A. Hastorf, Katherine L. Chiou, Dolores Piperno, Isabel Rey, y Nancy Velchoff. 2017. «Simple technologies and diverse food strategies of the Late Pleistocene and Early Holocene at Huaca Prieta, Coastal Peru». Science Advances 3(5). doi: 10.1126/sciadv.1602778.
Kaulicke, Peter. 1994. Los orígenes de la civilización andina. Historia General del Perú, Tomo 1. Lima: Editorial Brasa.
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